jueves, 5 de noviembre de 2009

VIVIR UNA SONRISA

Vivir una sonrisa,
llevarla retratada en el alma
como una bandera
de esperanza,
recordarla siempre
cuando una lágrima
riega con su sangre
mis mejillas.
Contarla y recontarla
entre mis lindas
pasiones veniales,
entretejerla,
acomodarla en mis manos
y manosearla
tantas veces como necesite
si llegara el caso
en que me sienta
adustamente triste.
Volcarme en ella
si me pierdo obtuso
entre tinieblas;
reirla, compartirla,
colorear con su arco iris
las paredes desconchadas
de mi cuarto.
Echarla libre a la fragua
para que caliente alegre
la sombra de los nadie,
Sentirla, amarla
hasta que no quede
más noche en mi mirada.
Acomodarla levemente
como si fuera una pluma
bajo los sueños
que celosa guarda
mi almohada,
mostrarla orgulloso
al mundo
enseñandole los dientes
y las entrañas,
elevarla sobre la mar
los días de lluvia plena
para así poder borrar
entre carcajadas
las nubes negras
que tiznan de borrones
los futuros horizontes.
Y vivirla
vivirla y vivirla
mil veces mil,
con sus ecos hermosos,
radiantes,
vívidos, presentes
y rojos,
henchidamente rojos.


Juan Antonio González Molina
("A mi padre")

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NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.