sábado, 27 de noviembre de 2010

VIOLETA


¡Que se abran los cielos
y se descuelguen las estrella!

Se presentó mi nena,
la nena de las flores,
la niña “Violeta”
que late al galope
y marca discreta
los ritmos bravos
de la Marea.

No surgió de una costilla
Ni es carne de Leyendas,
Mi niña “Violeta” lleva
La marca de un amor de primavera,

en su frente diminuta
portará -mordaz y altanera-
de abril toditos los colores
en su fina lluvia plena,
las tardes frente al mar,
los pies hundidos en la arena,
las candelas de San Juan
y los milagros de luz carnavalera.

Antes si quiera de ser presente
la niña “Violeta” suena
al hermoso rumor de Libertad
que su abuelo paseo por esta Tierra,
suena, suena y resuena
a puños en alto, a pueblo,
a mujeres valientes por abuelas,
a las calles del revés,
a protestas y Huelgas,
a esos ojos tan Atlánticos
que al mirar, me condenan.

Y es que mi niña,
estando sin estar,
Tan callada
Tan chiquita
Tan de plata
Tan “Poesía”
ya sueña, como vive su padre,
con ser viento puro de Utopías.

Juan Antonio González Molina

4 comentarios:

  1. Qué bella llegada.... ya la esperan con poesía...!!! :)

    ResponderEliminar
  2. Curioso y esperanzador que en estos días tan oscuros de incertidumbre y lluvias huela a primavera. ¿Será el olor de la flor que ya se acerca? Seguro que sí. Será la las más bonitas de las Violetas.

    Tu primo Pablo os envia un beso enorme.

    ResponderEliminar
  3. Precioso... qué suerte tiene tu niña de tenerte como padre...

    ResponderEliminar

NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.