martes, 8 de diciembre de 2009

8 de Diciembre

I

Como olvidar la noche pétrea
del dolor más absoluto,
las palabras inconclusas
que cantaron luto
en el andén de la estación.

Aquel viaje a la nada,
la busqueda de excusas inexistentes,
no pude siquiera decirte adiós…

II

Hoy vuelvo a morirme contigo,
de pena me ahogo, me hundo,
no me queda ni un suspiro
sobre el que construir el ánimo.

Duele tanto el ocho del doce
en el maldito calendario,
Duele tanto no tenerte
tumbando gigantes voraces
a golpes de palabra valiente.

Duele tanto este calvario
de recuerdos y añoranzas,
el paso lento de los años,
la tenaz herida
de quererte tanto
y no poder cantartelo a la cara.

III

Hoy no quiero mirar al cielo,
no traigo plegarias hipócritas
ni caducos rezos en los que no creo.

Hoy, me quedo
con tus luchas planetarias,
con tu pisar firme
sobre el suelo abierto
donde sembraste insigne
tu semilla roja de Hombre nuevo.

IV

Mirada combativa,
gesto sonriente
seguro, rebelde,
Insolente…
Alerta compañeros
que se escuchan todavía
los ecos de tus pasos
por los pasillos de mi casa.

Juan Antonio González Molina


A mi Padre, en el octavo aniversario de su muerte. Tu ejemplo y tu recuerdo siguen ardiendo en mis venas.

3 comentarios:

  1. Hola; un gusto leerte.
    Regreso pronto.
    Mil gracias

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  2. Con el alma, las nostalgias, y las complicidades aqui seguimos leyendonos, vale?!

    Un abrazo.

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  3. Hola compañero, gracias por tu visita y tus palabras en Hay que tenderse, hoy las tuyas me han hecho recordar un aforismo de M.Menassa,que ando dando vueltas y dice: Quiero seguir viviendo, tengo que poder soportar este trance, otros hombres pudieron, otros, después de mí, podrán, yo tengo que poder.

    Hay fechas en el calendario sin escritura, sin tiempo y después hay que volver.

    Esperando acompañarte, hasta pronto.

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NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.