Nos queda el viento,
enjaretado en tu falda,
arrullado en mi pecho,
quebrado sobre el alma.
Nos queda el viento,
enredado en la agonía,
de “los nadie” su eco,
del silencio, rebeldía.
Viento y más viento,
pletórico de sal y victorias,
lento, inexorablemente eterno,
viento abierto y henchido,
henchido de utopías,
crecido siempre en el silencio.
Juan Antonio González Molina
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