Había una vez unos ojos
en los que perderme,
una mirada plena
en la que encontrarme,
un cuaderno en blanco
con el que atrapar
la brisa del Atlántico
entre dos versos ufanos
de Amor prohibido…
Hubo una vez
un par de botas,
gastadas y lindas,
que al andar pausadas
enardecían de hermosura
las viejas baldosas de Lisboa,
y una rotunda sonrisa
que se mostraba abierta
como un balcón con vistas
a los centros profundos
del Universo,
Hubo una vez una rua,
florida y discreta,
en la que yo,
-cobarde y prudente como siempre-
No me atreví a decir nada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario