jueves, 4 de febrero de 2010
YA SE ACABÓ
Se detuvo el reloj
de tu hastiado corazón,
del mío, saltaron tres lascas lisonjeras.
En la noche última de barroca pasión
el pasillo se estrecha,
los minutos nos lastiman,
nuestro miedo de silencios se alimenta.
Quisiera olvidar pero no puedo
las arañas mordiendo tus labios,
tus pies amortajados,
los presagios acumulados
bajo tus párpados,
pesados, exigiendo
el último de tus lamentos.
Ya se acabó,
no hay perdones ni remiendos
frente a la ley de la guadaña,
ya se acabó,
se te voló el alma
a las puertas de este invierno,
estalló la ingrata mancha
sobre tu pecho,
ya se acabó,
no queda nada,
(ya se acabó)
cierra los ojos,
descansa…
Juan Antonio González Molina
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NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Me has dejado muda de belleza, Juan Antonio. Has sabido darle al dolor de la partida una hermosura que lo redime.
ResponderEliminarMi abrazo inmenso.
Juan Antonio de verdad no puedo decir nada...
ResponderEliminarUn abrazo grande
que buen retrato, me gusta mucho la sensación que transmite.
ResponderEliminarLa guadaña y el polvo de estrellas.. es precioso..
ResponderEliminarAcabo de leer las Nanas de la cebolla en un gadget a mi derecha. Esa poesia la leí hace muchísimo (muchisimo en mi mundo: 4 años) delante de toda la clase. Todos los demás eligieron raps y demás canciones de hiphop, porque era libre el tema. A saber por qué elegí a Miguel..
Una bonita manera de contar el fin de una historia. "Ya se acabó", los errores del pasado han pasado factura y no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Afortunadamente, pudo empezar, para al final, poder acabar... El orden de las cosas. Muy lindo, estremece al leerlo!
ResponderEliminarDuele cuando se termina. Aunque a veces sea una muerte anunciada.
ResponderEliminarDuele el alma que se vuela y la guadaña y las arañas mordiendo labios que lastimaron.
Y el reloj inoportuno, que ni en esos lúgubres momentos nos deja en paz.
Duele cuando te duele, Juan Antonio.
Cariños..
No he podido evitar que se me encogiera el corazón y un escalofrío se escapara por mi espalda.
ResponderEliminarescrito digno
ResponderEliminarde ser impreso
y
leer en papel,
leer en papel,
a la sombra
de un
viejo árbol,
desde ya.
p4.-
bien poeta!palabras con sentimientos...gracias!
ResponderEliminarpd:vi la pelicula...hermosa
lidia-la escriba
lo peor es no saber darle cuerda al corazón.
ResponderEliminares como cuando recuerdas y te sale esa sonrisa y sabes que después de dos segundos te va a doler ( y mucho)
ResponderEliminarun besito grande (el beso y el poeta)
Preciosa...
ResponderEliminar:)