No creas, poeta, que tu voz no se oye.
Con bellas palabras puede cambiarse el mundo
si esas palabras dicen lo que hay que decir.
No hay alto el fuego para los poetas:
Solo versos, como balas, disparando al corazón de la injusticia.
M.J. Alvarado
Estos cinco versos sencillos pero profundos, breves pero hermosos, ligeros pero firmes y contundentes inspiraron el poema que "propongo" hoy...
Hoy propongo contar verdades
conciliar sueños `imposibles´
denudar colmillos y sables
sobre el aura del día venidero,
escuchar el susurro de los mares
contándome historias de pueblos dignos
que buscan en su oleaje
el sabor pleno de la libertad.
Denunciar lo denunciable,
no escatimar en versos si de justicia se trata,
buscar horizontes maleables
donde olvidar los números, las leyes
y los folios llenos de lógica contable.
Escribir escribir y escribir,
usar la palabra con tesón impertublable
contra muros y sombras
contra el verdugo implacable
que muerde de codicia
los centros vivos de nuestra sangre.
Escuchame poeta,
no te detengas, no te pares,
tus Versos son la clara,
bellísima mañana de puñales
-como claveles afilados-
dando muerte al tirano miserable.
Juan Antonio González Molina
martes, 6 de octubre de 2009
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NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
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