Los ecos del derrumbe de las piedras del muro de Berlín resuenan estruendorosos hoy en todos los medios de comunicación del mundo. Uno, que lo escucha y lo lee todo, no se sorprende ya de ciertas cosas. Escucho y leo como se habla de lo que se supone es la celebración de 20 años de libertad, del triunfo del capitalismo sobre el comunismo, de la consolidación definitiva del sistema democrático, etc. Y ante todo esto, no puedo dejar de hacerme una serie de preguntas que los grandes emporios mediáticos del planeta ni se plantean ni se quieren plantear. ¿De verdad creen que es Libertad lo que vivimos actualmente en el mundo capitalista? Supongo que para elegir entre Coca-Cola o Pepsi si que somos libres; ¿De verdad creen que el comunismo sucumbió con la caída del muro? Yo creo que más bien resucitó, se soltó el lastre, las cadenas del autoritarismo ruso y hoy día vive una necesaria reorganización; ¿De verdad viven mejor ahora que entonces los habitantes de aquellos países que pertenecieron a la órbita soviética? Las encuestas y estadísticas dicen que no, desde entonces no han dejado de crecer la miseria, la desigualdad, la enfermedad, la inseguridad y la violencia, pero al menos tienen “Libertad”… ¿Y en el mundo occidental, estamos mejor? La respuesta creo que es evidente: no.
Resulta bastante cínico ver a los líderes de las principales potencias europeas y del mundo hablar de Libertad y democracia. Celebran efusivamente la caída del muro de Berlín mientras permiten que en su “maravilloso” nuevo mundo libre de la `infamia comunista´ se sigan levantando muros tan siniestros y vergonzosos como aquel.
Para empezar podemos citar el famoso Muro de la Vergüenza construido por el estado de Israel con la pasividad crónica de la ONU y la Unión Europea, y por supuesto, con el beneplácito y el apoyo de su aliado grande: Los Estados Unidos de Norteamérica. Construido de norte a sur y a través de parte de Jerusalén, cuando esté terminado el muro medirá 700 kilómetros de largo y entre 50 y 100 metros de ancho. Es una estructura compleja que incluye alambradas de espino, zanjas, zonas de arena fina para detectar huellas, torres de vigilancia, caminos asfaltados a ambos lados para permitir patrullar a los tanques, así como zonas adicionales de defensa y áreas restringidas de diversa profundidad. Miles de palestinos quedarán aislados y asfixiados por el muro. Las consecuencias son las siguientes: poblaciones enteras rodeadas por losetas de hormigón de nueve metros de alto, personas a las que se les impide el libre tránsito entre pueblos y ciudades de Palestina, habitantes atrapados y aislados por el muro, niños que tardan horas o simplemente no pueden llegar hasta sus colegios, jóvenes que no pueden asistir a la Universidad, personas que mueren en las ambulancias bloqueadas por los controles del ejército israelí, y familias enteras que han sido dividas. Mientras las fichas simbólicas de dominó van cayendo por las calles de Berlín en los festejos de la caída del muro, otro muro perpetúa el genocidio del pueblo Palestino por parte del estado sionista de Israel. Y yo me pregunto, ¿Es esta la Libertad de la que ayer se regodeaban todos en la capital de Alemania?
Durante muchos años la propagada estadounidense utilizó el muro de Berlín con un argumento de propaganda contra el socialismo. Se le llamó el Muro de la Vergüenza. Cuando finalmente fue derribado se organizaron jolgorios y fiestas por todo el país dándole una connotación de victoria democrática a la desaparición del valladar alemán. Años más tarde el Congreso norteamericano aprobó la erección de un muro entre México y Estados Unidos con el objetivo de impedir la entrada de inmigrantes ilegales en Norteamérica. Actualmente, ocupa varios estados Norteamericanos e incluye tres bardas de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos de visión nocturna conectados a la policía fronteriza estadounidense (Border Patrol), así como vigilancia permanente con camionetas todo-terreno y helicópteros artillados. Desde que en 1994 empezara su construcción, los inmigrantes ilegales han intentado cruzar por zonas más peligrosas, como el desierto de Arizona, lo que ha provocado más de 3.000 muertes desde entonces. Esto ocurre en el llamado País de la Libertad, es el precio que tiene intentar conseguir “el sueño americano”. Al parecer, hoy día, solo los habitantes de los países ricos pueden circular libremente por el mundo.
Pero no hay que irse tan lejos para comprobar que en el mundo que hoy celebra la caída de un muro se han construido desde entonces otros muros de carácter separatista. En Ceuta y Melilla, el gobierno “socialista” de zapatero ha construido una valla igual de vergonzante en cuyos alambres de espino se han dejado la sangre y la vida inmigrantes subsaharianos que simplemente buscaban o exigían el derecho a una vida digna que en sus países de origen no podían alcanzar. Estaba fabricado de alambre con filos tipo navaja y su costo fue de 33 millones de euros. Consiste en 12 km de vallas paralelas de 6 metros de altura con alambres de púas encima. Existen puestos alternados de vigilancia y caminos entre las vallas para el paso de vehículos de vigilancia. Cables bajo el suelo conectan una red de sensores electrónicos de ruido y movimiento. Está equipada con luces de alta intensidad y videocámaras de vigilancia, así como equipos de visión nocturna. En 2006 la valla fue sustituida casi en su totalidad por una nueva con unas características muy diferentes. En primer lugar la antigua producía graves cortes, mientras que la actual carece de alambre de espino u hojas cortantes. En segundo lugar, los intentos de treparla se ven frustrados por las características retráctiles de su parte final. Si aún así, se logra superar la primera línea de valla, entre la primera y la segunda existe un entramado a modo de tela de araña con cable de acero sin elementos cortantes, que ralentiza la maniobrabilidad. Incorpora sensores de presencia, cámaras automáticas y toda la información se centraliza en un punto de gestión. Supone un ahorro de personal de vigilancia que ronda el 50%. El señor Zapatero, que se encuentra en Berlín celebrando la caída del muro con sus homólogos europeos, declaraba en los fastos berlineses lo siguiente: "no hay que perder de vista que hay otros muros en el mundo que también deben caer". Precisamente él tiene en sus manos derribar uno de ellos, el que él mismo levantó en Ceuta y Melilla con la connivencia del régimen dictatorial y sanguinario del rey de Marruecos, Mohamed VI, que tiene a la mayoría de la población marroquí viviendo bajo el umbral de la pobreza y que según denunciaron Amnistía Internacional y Médicos sin fronteras abandonó en el desierto del Sáhara a centenares de inmigrantes ilegales sin comida ni agua en 2006.
Y precisamente la despótica dinastía marroquí levantó hace 25 años otro Muro de la Vergüenza con una longitud de más de 2.500 kilómetros y construido para dividir el Sahara Occidental: a un lado, la ocupación militar del Sahara Occidental por parte de Marruecos; al otro, los territorios saharauis liberados durante la guerra entre 1975 y 1991. El muro ha servido para separar a las familias de uno y otro lado, así como para ser un instrumento de defensa para el ejército marroquí ante los intentos legítimos del ejército saharaui de recuperar sus territorios. Sus números dan miedo: compuesto por un total de seis muros, más de 2.500 kilómetros de longitud, cerca de 160.000 soldados marroquíes, 250 baterías de artillería, 20.000 kilómetros de alambre de espinos, millones de dólares en mantenimiento y miles de minas antipersonales. Hasta la fecha son cientos las víctimas que ha causado este muro a uno y otro lado. Cientos de civiles saharauis han perecido intentando atravesarlo. Mientras sigue la fiesta por la caída del muro de Berlín los saharauis siguen viviendo divididos por un muro que condena a una parte de su población a vivir en los campos de refugiados del desierto del Sáhara, en la inhóspita Hammada argelina; y a la otra a vivir en un territorio ocupado por Marruecos y sometidos a la represión y humillación constante por parte de las brutales fuerzas del orden del rey Alauita. Miles de Saharauis han sido detenidos, torturados y desaparecidos en los territorios ocupados desde 1975.
Estos son solo algunos de los ejemplos que dejan bien a las claras la hipocresía de este sistema que se vanagloria de libertades mientras condena a la miseria a la mayoría de la población mundial. Yo no creo en ninguno de estos muros, desde el berlinés a la valla de Melilla y Ceuta, me parecen deleznables, porque yo, no creo en las fronteras ni en las banderas (bueno sí, solo creo en una, de carácter universal y de color Rojo), creo en la gente, en los pueblos y por supuesto, en el comunismo. Un comunismo auténtico, no el comunismo entendido como la mala praxis soviética que ocultaba la realidad de un imperialismo totalitario y despótico tras una bonita cortina roja, sino en el comunismo entendido como ideología y práctica política destinada a conseguir y luchar por una sociedad más justa, más libre y sobre todo y ante todo, más igualitaria.
El sistema capitalista levantó y sigue levantando muros por doquier, muros invisibles que separan a los países ricos de los pobres, condenando a estos al expolio y a la miseria más absoluta. Barreras inmateriales que separan a los poderosos que poseen los medios de riqueza y de producción de los trabajadores que solo tienen su fuerza de trabajo y cuya calidad de vida ha ido disminuyendo hasta encontrarse hoy en una situación delicadísima. Muros siniestros que provocan guerras, hambre, miseria y destrucción.
Durante años el estado del bienestar socavó las diferencias sociales, el fantasma del comunismo acechaba peligrosamente, y los gurúes del sistema capitalista consiguieron diluir en el hipnótico estado del bienestar consumista, creado por ellos mismos, las enormes brechas existentes entre la clase poseedora y los desposeídos. Descargaron de conciencia de clase a la mayoría de la masa popular trabajadora. Hoy día, sin embargo, la crisis y la falta de alternativas de las izquierdas oficiales, han provocado que el sistema se haya tenido que quitar la máscara enseñándole al mundo la terrible realidad que había detrás de ese falso velo de comodidad. El estado del bienestar se derrumba y los trabajadores tienen cada vez más dificultades para mantener una calidad de vida que les habían vendido como eterna.
Lejos de celebrar los veinte años de lo que algunos llamaron el funeral del comunismo, creo que hoy día las ideas de izquierdas están más en boga que nunca, la figura de Marx cobra una relevancia enorme cuando uno relee sus textos en un panorama como el que vivimos actualmente. La caída del muro supuso una reorientación de la izquierda, la ruptura con las equivocadas prácticas soviéticas y la aparición de nuevos movimientos de izquierda de base. En la actualidad, movimientos de izquierda andan triunfando en varios países de Latinoamérica; en Europa, van alcanzando cierta preponderancia proyectos nuevos como el del partido Anticapitalista Francés que está siendo exportado a otros países europeos (en España, Izquierda Anticapitalista), y desde 1999 el movimiento antiglobalización y el foro social mundial nacido en Seattle han recogido el deseo de gran parte de la población mundial de acabar con el sistema capitalista bajo el lema de “Otro mundo es posible”. El comunismo no ha muerto, le pese a quien le pese, es más, está vivo y es más necesario que nunca.
Juan Antonio González Molina
Excelente!!! una mirada certera y necesaria sobre la realidad mundial, tampoco reconozco fronteras, solo dignidad y derechos igualitarios, recursos repartidos equitativamente, mucho de lo que tan bien comentás, no era de mi conocimiento, agradezco haber tenido la posibilidad de conocerte, valiosísimo material, y valioso criterio el tuyo. Coincido plenamente.Un abrazo!
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