viernes, 25 de noviembre de 2016

A MARCOS ANA

Hasta siempre compañero. Nos dejó Marcos Ana, cuanto nos enseñó simplemente viviendo de la manera en que lo hacía:

"Mi pecado es terrible;
quise llenar de estrellas
el corazón del hombre"

Y lo llenaste compañero, el mío y el de miles de mujeres y hombres, que pasaron por tu vida o que supieron de ella. 23 años de prisión en los que no pudieron detener tus ansias de justicia social, en los que encontraste en los versos que regalabas al universo la manera de ser libre entre barrotes, la manera de ayudar a los tuyos, a los nuestros. Leer "decidme como es un árbol" debería ser una obligación para los chavales y chavalas de este país, una vida dedicada a los demás, que es la mejor manera de dedicarse a uno mismo como bien decías, una vida de entrega solidaria, de defensa de los humildes, de los y las de abajo, de nuestra clase, la clse obrera; una vida como ejemplo para muchos compañeros y compañeras que deberían pararse un poco y entender que el socialismo, el comunismo no se aprende en una facultad ni leyendo libros y libros de teoría política, ni es cosa de estrategias y tácticas, no se trata fidelidades a siglas o facciones, de pisar las instituciones como fin último, de pensar en nombre de los nuestros. Porque TÚ compañero, TU VIDA con mayúsculas le da sentido a tantas palabras hermosas que muchos y muchas usan como si tal cosa, TÚ nos enseñaste el verdadero significado de la LIBERTAD, LA JUSTICIA SOCIAL, LA SOLIDARIDAD... EL COMUNISMO en definitiva.

Me diste tanto compañero, amigo, camarada, que como mínimo siento la necesidad de regalarte unos versos, humildes y sencillos (como tú nos enseñaste a ser en la lucha diaria), pero que salen de lo más profundo del alma... Para ti persona grande, porque las comunistas del mundo te llevaremos siempre ajado en nuestros corazones y nuestros puños en alzados:

Hoy pisar la calle duele compañero,
tomarse una taza de café caliente,
sentirse cómodo en el sofá
o pararse a hablar de cualquier cosa con la gente.

Duele mirar a los ojos de la persona a la que amas
para sentirse libre, a salvo, en casa;
sentir el primer sol de la mañana
estallando en tus sienes,
sonreir en este día triste duele poeta,
duele mucho no contarte ya entre las estrellas
que enardecen mi dormitorio paciente.

Duele el frío del invierno terco
que hoy cala hasta los huesos,
porque llevo tiritando el alma compañero,
porque es tu ausencia sobrevenida
la que corta el aire espeso
que devora todos los espacios que hoy habito.

Duele hasta coger la tiza esta mañana,
duele cada letra que empuñaste
para construir utopías lindas,
cada una de las benditas palabras-balas
que arrojaste contra la tierra callada
que hoy te llora.

Hoy poeta, esta mañana tan gris
nos duele a todas respirar,
exhalar el aire como si nada,
vivir esa vida que ya te falta,
sentir la herida última de tu ausencia-presencia eterna
nos duele y dolerá para siempre compañero.

Hasta siempre Marcos.

http://www.publico.es/opinion/ejemplo-marcos-ana-arma-cargada.html

NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.